Garantizar el sostenimiento de la vida en la Tierra

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Un acuerdo para la acción

Si bien la preocupación por el medio ambiente ha sido una constante en la historia, la preocupación sobre la destrucción del medio ambiente y la pérdida de las especies y ecosistemas se intensificó en el decenio de 1970 y llevó a una acción concertada.

En 1972, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo) resolvió crear el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los gobiernos firmaron una cantidad de acuerdos regionales e internacionales para hacer frente a cuestiones específicas, como la protección de los humedales y la reglamentación del comercio internacional de especies amenazadas. Estos acuerdos, junto con los controles de los productos químicos tóxicos y de la contaminación, ayudaron a frenar la ola de destrucción, pero no la revirtieron. Por ejemplo, una prohibición internacional y restricciones sobre la captura y venta de determinados animales y plantas ayudó a reducir la recolección excesiva y la caza furtiva.

Por otra parte, muchas especies amenazadas sobreviven en zoológicos y jardines botánicos y al adoptar medidas de protección se preservan ecosistemas de gran importancia. Sin embargo, estas son acciones provisionales. La viabilidad a largo plazo de las especies y los ecosistemas depende de que puedan evolucionar libremente en condiciones naturales. Esto significa que los seres humanos deben aprender cómo utilizar los recursos biológicos de una manera que minimice su agotamiento. El desafío consiste en encontrar políticas económicas que promuevan la conservación y la utilización sostenible mediante la creación de incentivos financieros para aquellos que, de otro modo, utilizarían en exceso o dañarían el recurso.

En 1987, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (la Comisión Brundtland) llegó a la conclusión de que el desarrollo económico debía ser menos destructivo desde el punto de vista ecológico. En el informe, Nuestro futuro común, que constituye un punto de referencia, se afirma lo siguiente: "La humanidad tiene la capacidad para lograr un desarrollo sostenible, aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades". También exhortó a "una nueva era de desarrollo económico que sea racional desde el punto de vista ambiental".

Una nueva filosofía

En 1992, se celebró en en Río de Janeiro, Brasil, la reunión más importante de líderes mundiales, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo. En la "Cumbre para la Tierra" se firmó un conjunto de acuerdos histórico, entre ellos había dos acuerdos vinculantes: la Convención sobre el Cambio Climático, que apunta a las emisiones de gases de efecto invernadero originadas en la industria y en otras fuentes, como el dióxido de carbono, y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el primer acuerdo mundial sobre la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica. El tratado sobre diversidad biológica ha obtenido una aceptación rápida y generalizada. Más de 150 gobiernos firmaron el documento en la Conferencia de Río, y desde entonces más de 187 países han ratificado el acuerdo.

El Convenio tiene tres objetivos principales:

  1. La conservación de la diversidad biológica;
  2. La utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica y
  3. La participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

El Convenio tiene metas de amplio alcance y se ocupa de un tema tan vital para el futuro de la humanidad, que marca un hito en el derecho internacional. Se reconoce, por primera vez que la conservación de la diversidad biológica es "una preocupación común de la humanidad" y es una parte integral del proceso de desarrollo. El acuerdo abarca todos los ecosistemas, especies y recursos genéticos. Vincula los esfuerzos tradicionales de conservación de la meta económica de utilizar los recursos biológicos de manera sostenible. En él se establecen principios para la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos, en particular los destinados a uso comercial. También cubre el campo en rápida expansión de la biotecnología, abordar el desarrollo y transferencia de tecnología, distribución de beneficios y seguridad de la biotecnología. Es importante destacar que el Convenio es jurídicamente vinculante, puesto que los países que adhieren a él están obligados a aplicar sus disposiciones.

El Convenio recuerda a los encargados de tomar decisiones que los recursos naturales no son infinitos y plantea una nueva filosofía para el siglo XXI, la de la utilización sostenible. En tanto que los esfuerzos de conservación realizados en el pasado tenían como objeto la protección de especies y hábitats en particular, el Convenio reconoce que ecosistemas, especies y genes pueden utilizarse en beneficio de los seres humanos. Sin embargo, esto debería hacerse de una manera y a un ritmo que, a largo plazo, no lleve al deterioro de la diversidad biológica.

El Convenio también ofrece orientación para la adopción de decisiones sobre la base del principio de precaución, que sostiene que cuando existe una amenaza de reducción o pérdida importantes de la diversidad biológica, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como una razón para aplazar las medidas encaminadas a evitar o reducir al mínimo dicha amenaza. El Convenio reconoce que se precisan inversiones considerables para conservar la diversidad biológica. No obstante ello, la conservación nos traerá a cambio importantes beneficios ambientales, económicos y sociales .

Algunos de los temas principales de que se ocupa el Convenio son:

  1. Medidas e incentivos para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica.
  2. Acceso reglamentado a los recursos genéticos.
  3. Acceso a la tecnología y a la transferencia de tecnología, que incluye la biotecnología.
  4. Cooperación científica y técnica.
  5. Evaluación del impacto.
  6. Educación y concienciación del público.
  7. Suministro de los recursos financieros.
  8. Informes nacionales sobre los esfuerzos en pos de la aplicación de los compromisos del tratado.